Redondo y brillante, con dos patas sujetándolo hacia arriba, mirando hacia ella y hacia los otros que lo miran. No es una persona, tampoco un animal, entonces, ¿qué es? Tiene veinticuatro acompañantes, pequeños, muy pequeños, que le dan cobijo y luz. Vivió en los años 20, en los 40 y en los 60. Reapareció al cabo de los años, en el siglo siguiente. Ahora su dueña no puede separarse de él, ni de ese tono azul turquesa que corona, que recuerda, que guarda y protege.